domingo, 6 de mayo de 2012

A ti no puedo mentirte, a veces el mundo puede conmigo.
Siento que no pertenezco a ninguna parte, acumulo errores y mis respuestas se distorsionan. Constantemente, me siento sola.
Creo que tienes algo de culpa, porque siempre has procurado estar ahí. Es imposible olvidar el final del 2010 y todas las noches en que tuviste que venir a arroparme y regalarme una sonrisa con la promesa implícita de que todo iría bien.
No sólo me has dado la vida una vez, si no dos.

Normalmente no digo te quiero. Son contados los momentos en que expreso mis sentimientos tal y como deseo y no me corto a mi misma las alas, obligándome a ser neutral. No suelo decirte que te necesito, que pienso cada día en ti y que jamás habrá alguien a quien quiera de esta forma.
Mi otro pilar murió y las dos sabemos que algo se nos fue con él; por eso, no concibo un mundo en el que llegar a casa y no encontrarte.
Siempre has sido mi razón para seguir adelante y por más gente que se cruce en mi camino, sé que siempre serás mi prioridad y que nunca podré alejarme de ti.

No sé vivir si no escucho tu voz y no sé ser fuerte si no me coges de la mano. Si no te miro, si no nos sentamos a hablar de los miles de callejones sin salida en que nos metemos a diario.
A las dos nos gusta fingir que podemos cambiar el mundo solas y hacer feliz al resto. Por eso, nos dejamos caer juntas y sujetamos a la otra.

Nunca podré explicar quién eres ni qué siento por ti, pero espero que el día que alguien me llame "mamá", sea capaz de dar la mitad de lo que tú nos has dado. Siempre me sentiré orgullosa de ti y sé que tú también lo harás, me encargaré de darte motivos.


Te echo de menos...felicidades, mamá

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