sábado, 23 de febrero de 2013

La (casi) despedida

Creo que mis ganas de escribir se están muriendo.
Últimamente todo son rendiciones, por cobardía, andar falta de fuerzas...o por comodidad.
A veces ansiamos un cambio, otras este nos sobreviene cuando no estamos preparados, yo lo único que sé es que necesito y necesito mucho.
No estoy muy segura de que las letras puedan salvarme. No tengo fe en ellas, ni en mí ni en que algo encaje de repente y la felicidad me alcance como una bofetada de brisa marina.
No sé. Llevo tiempo soñando con irme. Sé que lo único que quiero y que espero es correr.
Me gusta pensar que esto es sólo otro bache más para unirlo a mi lista de fantasmas vencidos, pero me siento tan derrotada que otra batalla me va a dejar sin posibilidad de unir mis pedazos.
Si no tengo nada que contar, ¿para qué escribir? Esta no es forma de encontrarme...no hoy, no como necesito.
Soledad en sábado noche y yo tecleando en vez de comerme el mundo.

viernes, 22 de febrero de 2013

El día en que al pájaro se le olvido volar

Estábamos hablando de cualquier cosa, en uno de esos días que las horas pasaban entre letras y yo aún tenía que imaginar cómo sería tu voz. Pensaba en ello habitualmente y cada vez la imaginaba de una manera; a veces decía cosas sin sentido, se le escapaban te quieros y me quería morir.
Éramos víctimas del autoengaño. Tú pensabas que estaba enamorada y a mí me gustaba pensar que sí, pero entonces te enamoraste y tuve que cortarte las alas. Yo te quería. Te quería y te odiaba por igual porque veía en ti los reflejos de mi estela y caías, caías una y otra vez en mis vacíos, agrandabas los huecos y te dedicabas a asesinar.
Me hacías daño y ese daño era adicción y esa adicción una mezcla de miedo y deseo. Tú eras eso que no debió existir pero con lo que continúo soñando.
Dijiste tantas cosas y de tantas maneras, que la ruptura era un hecho y el desplome un desastre anunciado. Te quitaste la armadura y confesaste: "quédate, escógeme, quiéreme". Lo gritaban tus letras, lo gritaban tus reproches y la forma en que decías otros nombres. Lo vi en tus otras chicas, en el sexo, en los besos, en los relatos para no dormir que me contabas de lunes a domingo.
Yo te quería, pero decidiste quererme... y ya no

jueves, 21 de febrero de 2013

Alba

Las mariposas escaparon por tu boca, nunca más podrán volver

Nació en invierno. Todos me contaron que el frío había ido desapareciendo la primera semana que vio la luz y parece que se le quedó dentro, porque siempre tuvo hielo congelándole las esquinas. Pinchaba y pinchaba mucho. Se te clavaba como las canciones del verano, como un primer beso que no tiene réplica, como cuando esperas un "sí" y el "no" se abre camino.
Nunca entendí de dónde había salido tanta escarcha, pero siempre tenía las manos frías; y daba igual cuánto se las acariciaras o te las metieras bajo el chaquetón, el tacto de su piel desnuda siempre dejaba cicatrices.
Yo la seguía con los ojos cerrados y me conducía a precipicios, a rotos y a dolores de corazón. Pero me gustaba su hechizo, las agujas en su pelo, la mirada de perdona vidas, el halo inmortal que la rodeaba...
Aún no tengo claro qué hacia en el parque la primera mañana que cambió el mundo, sólo sé que ella sabía que la estaba mirando y que su primer acto de crueldad fue robarme las palabras. Se acercó a mí en silencio y me besó en la mejilla, despareciendo entre el domingo, las hojas secas y mi corazón quieto.
Yo me había ido con ella. Mi yo tranquilo, mi yo feliz. Y la seguía y la seguía, atado como un perro. Y la amaba como se ama al llanto y al fracaso, de manera enfermiza y sobrenatural.
No dejé de pensar en ella, en su invierno, en las luces que escondía y en las sombras que ya adoraba. Y se fue.
Como la nieve, la lluvia, el viento y los días felices.
Se fue...y me dejó más vivo, tiritando.

domingo, 17 de febrero de 2013

1

Puedo ser yo.
Y dejar de fustigarme por ser yo y dejar de castigarme por no ser un poco más tú. Y quererme un poco porque me quieres y reírme bien alto porque te ríes. Y puedo elegir lo que quiero y siempre coincidimos por el camino. Y tú que me coges de la mano y me enseñas cosas que van conmigo o que huelen a ti. Y a ti te gusta lo que me gusta, porque tú quieres ser un poco yo. Y yo que no encuentro nada que tú deberías tener que ya no tengas. Y tú que redefines el esp(a)cial y me lo atribuyes. Y yo, que si es tuyo me lo tatúo a fuego

sábado, 16 de febrero de 2013

El cielo es infinito para el pájaro entre rejas

Ese dolor punzante cuando te vas, la asfixia. La certeza de que llegará un momento en que no vuelvas, ni por mí ni por nadie.
Y yo con ganas de gritarte "pero quédate. Quédate que te llevaré el desayuno a la cama y te traeré la tele si quieres y me quedaré a tu lado, me quitaré la ropa y me tendrás siempre así y yo seré tan tuya como quieras". Y todo lo que diga y todo lo que ofrezca será menos de lo que estoy dispuesta a arañarle al mundo por ti.
Es de esas cosas que admites de antemano. Que estás enganchada, dolorida, drogodependiente y ejerces de kamikaze una y otra vez. Que vives por otras vidas, otros sueños. Que sólo ansías una respuesta afirmativa que será la sentencia de muerte real. "Quédate".

Recuerdo a mi perro esperando tras la puerta, ansiando la llegada saltando a mis pies, moviendo la cola de alegría por primera vez en horas; y sé que soy igual de absurda. Esperando por ti y tendida frente al pomo, a ver si gira, a ver si me miras, a ver si te atreves a volver, que voy a echarte en cara que no vuelves. Pero siempre sonrío y salto a tus brazos, a tus labios, al contacto piel con piel. A la vida.

Es ridículo intentar explicarle a alguien porqué detrás de esta cárcel se esconde la libertad absoluta, porque me miran mal y me tachan de insana, pero tengo la absurda opinión de que soy más mía por saber de quién dependo y cómo conseguir zafarme de mi carga que todos esos que aún indagan por su motivo.

domingo, 10 de febrero de 2013

Oh, vulnerable

Si algo tengo, es que no sé cubrir mis emociones. No me sale quedarme quieta.
Desde que era pequeña, pongo cara de burro cuando algo no me gusta, cuando me dan besos que pinchan o tengo que probarme ropa.
Me gustaría tapar un poco tanta transparencia y volverme translúcida, porque si soy opaca, ¿quién me va a querer? Soy de lectura fácil, la comprensión ya es otra historia.Y es que, cuando estoy triste, lloro con la boca. Hago pucheros sin darme cuenta, tuerzo el labio y parecen dormíseme las comisuras porque no hay manera de enderezarlas.
Siempre he creído que soy un poco muñeca. De esas que pulsas un botón y tienen una reacción clara. De esas tan básicas que sólo necesitan que las mires de vez en cuando.

Tú siempre, siempre sonríes. Y si te pones un poquito triste, puedo contar con los dedos de una mano los segundos que tardas en decidir que ya llevas demasiado tiempo sin sonrisas.
Tú nunca te inmutas. Y, si lo haces, es para reír a carcajadas o hacerlo todo más grande, más bonito. Tú nunca pareces sufrir y yo amo ese mundo que sólo existe en tus ojos. Pero claro que sufres, ¿cómo no lo vas a hacer? Cada vez que tuerzo el gesto o no quiero devolverte los mimos, cada vez que me olvido de la paz...tú dejas de sonreír un poco (porque aunque lo hagas con la boca, te veo la tristeza en verde). Lo que no sabes, es que me basta mirarte para llegar al fondo, descubrirte vulnerable y ansiar por todos los medios que vuelvas a ser luz. Que yo sonrío porque como buena muñeca, necesito hacer a mi propio niño feliz.

Oh, vulnerable


Basta rozarme con la punta de los dedos y el espejo te muestra con mi corazón en la mano.

viernes, 8 de febrero de 2013

Cerca-lejos-cerca

A Maibaik, por recordarme mis propios motivos para hacer algo más que sobrevivir

Me he sentado a mirar cómo avanza mi cataclismo...aún no veo el final y eso me hace sonreír un poco. Quizá hoy no me rompa, no del todo.
Me observo desde fuera y quiero acariciarme. Y abrazarme bien fuerte y hablarme del pasado y recordarme el futuro y todo lo que quería hacer cuando aún creía en mí. Aún quedan semillas de toda esa ilusión que nacía por las tardes entre enlaces, folios y lápices con la punta medio gastada.
Yo siempre quise que me recordaran. Porque morir me aterra, porque quiero ser eterna. Yo siempre quise ser alguien. Nada destacable...pero alguien por quien sentir. Y mariposas y sonrisas y canciones y garabatos y cuentos y una madre y una hermana y una mujer que quiso y pudo.
Quiero ser un orgullo y aprender a no ser tan orgullosa. No dejar de quererte nunca en toda mi vida, pero, sobretodo, no dejar de quererme nunca a mí.

Hay días que arrastro los pies y luego vuelo. Por un beso en la nariz o un ataque de cosquillas. Creo en esa felicidad que dura un instante y pretendo obligarla a visitarme de lunes a domingo, un par de minutos, para hacerme mimos, para dejarme dormir.
No he dejado de sentirme capaz de dar cada centímetro por vivir de esto, de aquello, en tus ojos, de mí fe, aunque no crea en Dios.

Quiero darme una oportunidad. La más grande, bonita y buena que me va a dar la vida: vivir.
Yo seré esa persona con quien sueño y tú estarás ahí para ver cómo crezco.

martes, 5 de febrero de 2013

Magia

Es la primera vez que siento esto. Tu cuerpo es paz.
Me acurruco contra tu espalda y te abrazo fuerte. Me encanta como hueles.
Tu pelo y el hueco que hay para mi barbilla en tu cuello, mientras te lo beso y te susurro al oído que te amo. ¡Que te amo...! Como si no lo supieras ya.
Pero lo hago. No puedo dejar de hacerlo.
Estoy en casa.
Tu desnudez me estremece.
Pasar los dedos despacio por cada uno de tus rincones y encontrarme en todos ellos con la paz que no tenía, con las ganas, el cariño...calor.
Vivo entre tus vértices. Lamo tus pliegues y me encuentro deseando sentirte más, siempre más cerca.
Me miras de reojo mientras juego a unirte los lunares y puedo ver cómo sonríes. Bonito. Todo lo haces bonito.
Me siento como una niña cuando tu mano me busca tras las mantas. Me haces cosquillas recorriéndome despacio. Te quiero tanto
.

Creo en ti y en tu capacidad para cambiarme, porque contigo no pienso. Sólo amo...y amo mucho.