Escribí miles de cuentos acerca de un pájaro. Se me escapaban como suspiros, nacían de la necesidad de yacer entre sus alas.
Le puse nombre y lo lancé al mundo. Con el alma rota, cayó.
Tras superar su coraza y adentrarme en su universo; tras descansar en el calor de su pecho, le destrocé.
Pisoteé su existencia y le acaricié mientras agonizaba.
Tras la crueldad aparente, el amor más cierto que ha existido jamás
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