Atento, mirada contra mirada, lucha de gigantes.
Apuñalas.
Intento defenderme, pero caigo
-como siempre, indefensa, aturdida, rota-
ante ti, estallo en pedazos.
Absorbo, trago y la respiración se entrecorta y las horas se alargan.
Agujas, clavadas una a una en las pupilas, en la garganta.
Arrastra la sangre, las ganas.
Y caigo, caigo ante ti
No hay comentarios:
Publicar un comentario