domingo, 18 de agosto de 2013

Sequía

Es difícil dormir en nuestra cama a solas. Como también es difícil (casi mortal) prescindir de los abrazos. Echo de menos tu respiración tranquila, mientras tus dedos se afanan por encontrar los míos en la oscuridad.
A veces me gustaría quererte un poco menos, porque sobrellevaría mejor girarme en la cama y que no me frene tu cuerpo. Siento que me caigo aunque esté la pared, porque mi insomnio está plagado de agujeros negros. La magia se ha pegado a tu costado y se aferra a ti más de lo que yo puedo.
Sabe amarte porque eres su espejo, porque vuelves oro lo que amas (y amas aún mejor que yo).

Siendo tan pequeño y delicado, superas en fuerza a los gigantes cuando se trata de salvarme de mí. Y me ahogo, de quererte hasta acabarme, hasta quedarme sin hueco para disfrutar del vacío, de la carne fría que no late, que solo espera, de los corazones secos que lloran en folios hablando de la felicidad que eres.

Te echo de menos. Me suena a poco. Vivo y muero por volver.

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