sábado, 3 de agosto de 2013

Everything is good

A veces, lo único que necesitamos es un impulso esp(a)cial. Que alguien nos descubra quiénes somos, estabilizar la balanza de la idealización y los desgarros y toparnos con nuestro yo más allá del espejo.
Puede que nunca lleguemos a vernos si no nos dan la mano. Y puede que entonces, el impacto sea tan grande que nos impulse al otro lado de la vida y nos soltemos sin querer. Nunca sabremos qué es lo bueno, pero los descubrimientos siempre son cambio.

Tendemos a hacernos daño. Las personas que sienten mucho, tienen lágrimas como rutina. Las alegrías son alas que caen cuando despiertas una mañana y la cama está vacía. No hay más que tú. Tú otra vez degradada y sola.

Cuando pienso en quién soy, hay dos extremos. Y una soy yo, claramente yo, feliz, pequeña, contigo. Después me doy cuenta de que estoy muy llena y muy vacía y me vuelvo yo, cansada, sin fuerzas, carcomida. Obviamente no estás, y me he ido contigo.

Lo peor de sentirse bien, es que luego te sientes mal. Lo mejor, que todo vuelve a ir bien y sonríes.

Me ha costado mucho perdonarme. Hoy me he dado cuenta de que hace tiempo que no hago nada que me haga feliz solo por mí. En mi lucha por hacerme mayor demasiado pronto, me equivoco a diario, pero tú me equilibras, siendo infantil pero eterno.

La gente frágil siempre se enamora. La fuerte no existe.
Estamos creciendo y volviendo a jugar, mirándonos y despertando, acariciando y asesinando. Estamos juntos.

Hay verdades que parecen eternas. Hoy la mía es que te quiero como no me considero capaz de querer. A veces me consume y quiero echar las paredes abajo y formar un hogar, otras quiero correr lejos ("porque si no terminaba, hubiera sido para siempre"). Lo mejor y lo peor de mi vida es que estoy enamorada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario