martes, 30 de octubre de 2012

Despertares

A veces me despierto segura, especial y firme.
Son pocas esas veces y normalmente coinciden con noches en las que comparto cama.
A veces me despierta mi ego, asegurándome que será un buen día, porque lo protagonizo yo.
Los besos a las 7 de la mañana no me gustan. Y no me gustan porque mi aliento sabe a rayos y los roces de labios son algo que merece ser disfrutado.
Me desvisto-visto a toda prisa. Y no hay ni miradas, ni roces casuales, ni caricias que bajan hasta zonas poco transitadas. No hay nada especial ni mágico, solo prisas que poco espacio dejan para regocijarte en el recuerdo.
Supongo que por eso fantaseo con días enteros en la cama, aún a sabiendas de que acabarían mal.
Por eso, a veces tengo fe y creo que mi felicidad no está condicionada por un límite de tiempo, por cierta cantidad de sonrisas.
A veces me despierto cargada de un optimismo inhumano que acaba estropeándome el día.
Hoy me ha vencido esa fe. Es martes y llueve y mi corazón está cansado de ver llover

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