lunes, 11 de marzo de 2013

Prólogo

Querido, Pájaro:
Ha pasado el tiempo y he escrito sobre ti muchas veces. He dicho muchas cosas que pensaba y he guardado otras muy celosa de mis recuerdos; no quería que me robaran lo que quedaba de nosotros y compartirlo suponía compartirte a ti. Vuelvo a teclear después de mucho tiempo porque sigo llorándote y sigo riéndote y quizá la manera más efectiva de enterrarte sea contando nuestra historia.
Muchas veces he pensado que quería borrarte de raíz, pero no quiero negarme a mí y tenemos un pasado compartido. Fuimos nada y lo fuimos todo, compartimos en la distancia y en la cercanía de todos los abrazos que escondían las confesiones, de todas las caricias que te brindé de madrugada. No sé si esto es un tributo o intento sacar lo malo de ti, pero me niego a echarte de menos y mis métodos quizá sean dudosos, pero hacen más por mí de lo que haces tú en mi cabeza.
Te necesito como la pieza que me falta, como la versión más cruda de mí, para que me pongas en carne viva y me arranques la piel y las verdades. Pero ya no estás. Ya no estamos. No queda tiempo ni llegará el momento. Pasado y adiós, pero sólo dices hasta luego.
Juegas a aparecerte y yo ya no quiero verte más (no para echarte, no para volver a abrazarte, no para entristecerme cuando ansío tus noches. Ya no).

Este es el principio, el antecedente, de una historia que no acabó bien porque aún no ha acabado.
Un regalo para ti y para mí misma, una despedida que conllevará el tiempo que tarde en (d)escribirte.

1 comentario:

  1. Pájaro se llama así por el libro de Murakami.
    Has dado en el clavo, Cé

    ResponderEliminar