sábado, 24 de agosto de 2013

Ausencia, carencia, inercia

A veces me siento y tranquilamente caigo en la cuenta de que nunca debí leer a Murakami. Tampoco fue inteligente masacrarme hablando de amor cuando no podía tocarte.
La gente rota está colmada hasta los topes de la seguridad de la soledad eterna, la gente vacía ni siquiera conoce el dolor.

Durante años me he acurrucado en la pena y le he dado forma. Ella me hizo arte y el arte fue mi amor. Me tuve, me quise, lloré por el mundo y me aferré a mí.
Fui incapaz de querer hasta que la soledad me demostró que no debía estar sola.
La dependencia se aferra a mis huesos. Tus manos sobre mi torso, sin llegar a rozar,helándome.

Nunca debí alimentarme de tu calma. Ahora la paz es un lamento vago.
Ausencia, carencia, inercia.

1 comentario: