domingo, 13 de enero de 2013

Astromántico

Pensé "te voy a escribir algo bonito".
Porque te lo mereces, porque eres precioso, porque sonrío. Y eso ya te hace enorme, indispensable, mágico, eterno.
Pensé "voy a escribir para ti". Y me di cuenta de que desde la primera letra todo se quedaría pequeño, hueco, frío y no podría siquiera dibujar tu silueta y nadie saborearía tu forma de acariciar. ¿Y por qué aún te escribo?
Quizá porque eres mi motivo para escribir. Para seguir latiendo.
Cuando me has tomado el pulso y se notaba tanto, quizá que tus dedos me rozaran el cuello influía sobremanera.
Eres tú. El motor y las ganas. Tú.
Y esa carita que se pierde entre las sábanas y se vuelve a encontrar sólo para acariciarme y recordarme que está, que estará, que cualquier día malo es sólo un trámite para llegar a la sonrisa que vas a provocarme.
Joder, cuánto te quiero.
Y no estoy escribiendo nada bonito, pero no quiero pararme, ni redactar ni borrar, ni censurar ese "joder" que se me ha escapado; sólo quiero decirte (a ti y a quien me quiera leer) que siento ganas de vivir lo máximo posible para dedicar cada segundo a amarte como loca.

2 comentarios:

  1. El amor es así. Todo nos importa soberanamente un carajo.

    Muy bonito. Muy sincero.

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  2. Nos empeñamos en escribir cuando estamos enamorados porque queremos que todo el mundo lea nuestra felicidad, nuestras mariposas, nuestros es-que-no-veis-que-es-lo-que-más-quiero-en-esta-puta-vida-joder.
    Queremos (d)escribir el amor sin darnos cuenta realmente de que no tenemos que escribirlo, sino demostrarlo. Aunque en este caso (en el caso de los escritores, en general), (d)escribir y demostrar vayan de la mano.

    Amo cuando amas. Parece todo tan puro. Es.


    M.

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