jueves, 2 de febrero de 2012

Acércate a ella, acércate a mí

De entre sus piernas una explosión de mariposas, la necesidad de conocer mundo, de amar a más de una boca.
Contaba mentiras a destiempo, leía hasta los envoltorios del almuerzo. Hija de 4 culturas, discípula de Platón; extendiéndose más allá de su cuerpo con la guitarra, la voz y los dedos.
Soñadora empedernida pero catastrofista como pocas, niña bien, sonrisa rota.

Caprichosa y bonita, ojos verdes, eclipse con patas. Perdida entre pop comercial y poesía de la de antes, enganchada a la MTV entre otras absurdeces. Pequeña y delgada, flexible como un junco, luminosa y rubia, portadora del vestido azul más bonito del mundo.

Hablaba con facilidad del campo abierto, del mar, de los pájaros, de la vida. Contaba sus rutinas, sus tragedias, sus naufragios; reía y el mundo callaba (mi mundo callaba).

Todos creían abrazarla, pero nadie la llegó a rozar. Apoyaba la cabeza en mi hombro, cansada y yo la miraba inmersa en el deseo de acariciarle el pelo. Los ojos cerrados, la sonrisa puesta, tararea una canción que nadie entiende, mi dulce Natalia.

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