lunes, 6 de febrero de 2012

Congélate entre mantas

Qué pena que todo empiece y acabe con lágrimas, qué lástima, verlas recorrer tus mejillas.
Te escuecen los ojos una vez más, como siempre que te despiertas en esa cama, con esa voz, sintiéndote lo más insignificante de la Tierra, deseando con todas tus ganas que llegue un golpe, en vez de tanta humillación y desafío.
Mata a la fragilidad, porque es lo que él quiere, oír gritar al vulnerable.
Te vacías entre las sábanas, te falta el aire, dejas escapar pequeños sollozos como cuando eras pequeña; desvaneces la máscara, fulminas tu silueta: hace años que sobresale tu pecho, que tienes cuerpo de mujer; pero la mirada ingenua y asustada te borra por completo.

Te he escuchado preguntarte en voz baja quién eres, por qué lo haces todo mal; buscar a Dios en cada esquina, consuelo, respuestas mudas.
Si te faltan unos brazos que te cubran, si necesitas una coraza más dura...nunca sabré qué hacer por ti si son las 9 de la mañana, nos separán kilómetros, obligaciones y miedo; si te siento tan lejos que te dejo morir.

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