No es bueno debatirse entre el querer y el poder, llega el momento en que la necesidad te vence y el animal se apodera de todo lo que eres.
Tú y yo luchamos contra eso. Nos empeñamos en hacer las cosas bien, ser románticos, forzarnos a querer, a querernos, cuando en el fondo sabíamos que jamás fue necesario para hacer magia.
Ardía tu tacto sobre mi piel de lunes a jueves, un incentivo a mis ganas (desconcierto).
Seguíamos peleando con el hecho, imaginando nuevas historias y mentiras que contarnos para que eso que pretendíamos (comernos) estuviera bien.
Era tu olor, la carne, esforzándose por alcanzarme, traspasarme la piel, acariciarme por donde río y lloro (exploto).
Por eso, cuando me susurras al oído cosas que no deberíamos hacer, no me queda más remedio que tirarme a tu cuello. No voy a negarme ni a hacerme la difícil, me puede tu cuerpo.
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